lunes. 29.04.2024
Galerías

Revuelta iliberal

La derecha radical está tomando cuerpo y poniendo en jaque la democracia en buena parte del mundo con particular incidencia en Europa. En el caso de España, considerada democracia plena según los rankings más prestigiosos, la gobernabilidad depende cada vez más del equilibrismo y capacidad de negociación que puedan demostrar los partidos políticos en una realidad política en creciente fragmentación. Tras las últimas elecciones generales y el intento fallido de los conservadores para formar gobierno por falta de apoyos, los socialdemócratas han recabado el voto a favor de la mayoría de los partidos representados en el Parlamento. Pero el respaldo del independentismo catalán a cambio de una amnistía que perdone sus tentativas de secesión ha logrado calentar las calles hasta límites insospechados.

Durante días, miles de personas se han concentrado en varios puntos de España para mostrar su legítimo rechazo a la amnistía, pese a que las protestas más conocidas -por problemáticas- han sido las producidas en torno a la sede del PSOE en Madrid. Esta galería es una muestra de la protesta y los disturbios acontecidos en la calle Ferraz el mismo día en que se despejó la incógnita sobre la reelección del líder del PSOE, Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno de coalición para la próxima legislatura.

Símbolos y banderas franquistas, carlistas y nazis, así como proclamas y saludos fascistas, lucieron tanto o más que los de la España constitucional, democrática. Una parte importante de los manifestantes dirigieron su furia contra las decenas de profesionales de la información que cubríamos los acontecimientos, arrojando contra nosotros, como a una Policía Nacional inusitadamente paciente, pelotas de pintura roja, cuando no botellas de cristal, petardos y otros objetos.

Organizaciones y grupos de ultraderecha y neonazis como Revuelta o Hazte Oír o partidos políticos como Vox han instigado explícita y subrepticiamente estas manifestaciones que se han revelado muy violentas y en las que la mayoría de iracundos eran muy jóvenes, por debajo de los 25 años.

Después de horas de provocación, cuando por fin cargaron las fuerzas del orden, no pocos de ellos dedicaron sus esfuerzos a hacer "entrar en razón" a los funcionarios. En una especie de sentada persuasiva en plena calle cortada, entre la agitación, los palos y algunas detenciones, uno de ellos increpaba a los uniformados: "¡Que vuestro jefe es un tío del partido, coño! ¡No es policía...! No somos peligrosos, os decimos las verdades. Llega un momento en que hay que recuperar los principios de la taquilla. Hay gente que lo ha hecho, compañeros vuestros que han estado manifestándose, también hoy en el Congreso de los Diputados. ¡Y no son los malos!", dijo, cosechando como respuesta algún que otro gesto de los policías, pero ninguna palabra. El discurso iliberal está calando entre las generaciones más jóvenes y podría reproducirse en un abrir y cerrar de ojos. No en vano se ha vuelto a escuchar en España un indeseable ruido de sables.

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